jueves, 11 de noviembre de 2010

¿Por qué nadie me avisó?

Me ha pasado de estar comiendo con alguien y ver que tenía un pedazo de algo verde entre sus dientes. No puedo decírselo, es más fuerte que yo. Me da cosita de que se avergüence. Pero por otro lado es de guacha no decirlo porque el pobre tipo está de lo más feliz hablando con un pedazo de comida entre sus blancos dientes.
Me ha pasado de ver también minas con las que podías jugar al Rin Raje toda la tarde gracias a sus timbres. ¡¡¡Ponete una curita si vas a andar sin corpiño por la vida!!! A los hombres los pondrá cachondos, pero yo no tengo por que verte.
Pasa lo mismo con bigotes de jugo, chorreadas de tuco, pelos largos en narices, mocos, cera de oreja y muchas otras cosas desagradables más.
Otra vez me pasó de ver salir una chica del baño de una estación de servicio con la pollera enganchada en la bombacha. Caminó como una cuadra así hasta que la amiga se dio cuenta. Yo la veía pasar pero no me animé a decirle nada. ¡¡Pobre!!
El problema de esas cosas es que una vez que lo viste, no podés sacarle vista de encima. Tratás de no mirar pero es imposible.
Si sos la víctima lo peor es que si nadie te avisa vos ni te enterás y podes estar dos horas así hasta que vas al baño y te mirás al espejo y pensás “¿por qué nadie me aviso?”.

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