martes, 30 de noviembre de 2010

Hazte la fama y héchate a dormir

Cada uno es dueño de sus actos. Construir una reputación lleva años, destruirla, segundos.
Año a año me he encargado de construir la mía. Cuando vi que mi obra estaba terminada, me di cuenta de que no era lo que esperaba ni lo más presentable. Era la bagartera del barrio. Pese a las críticas, yo estaba (y estoy) convencida de que lo físico no lo es todo y que cualquiera merece una oportunidad. Seguramente esté en la lista de más de uno apodada como el bagarto, es una realidad. Sin embargo es algo que no me quita el sueño.
Debo reconocer que más de una vez me he dado cuenta de que me había comido a cuasimodo. Pero en su momento lo vi más lindo que a Luciano Castro.
Con la fama hecha y todo salí con la frente en alto a buscar nuevos rumbos. De a poco fui reparando mi enclenque reputación y ahora soy la bagartera de la cuadra, ya no del barrio entero.
Muchos me dicen que con Cris revertí mi racha. Sin embargo, los más cuasimodos son los que te tratan mejor, porque no se la creen. Al tener que racionar su comida la cuidan más. Sin embargo cuando se ponen en el papel del perro del hortelano, ahí si se pudre todo.
Todos tenemos varios bichos en nuestro repertorio y gracias a eso tenemos anécdotas. Una de las chicas salía con “El conejo” cada vez que se lo chapaba le cortaba los labios con sus dientes súper desarrollados. Está clarísimo que no puedo escupir demasiado para arriba.
¡Bagarteras a pescar!

lunes, 29 de noviembre de 2010

Blanca Navidad

Se nos va noviembre y sin querer las fiestas nos caen en cima. Algunos las viven con mucha alegría, otros con mucha tristeza y hay algunos otros ni las sienten o dicen no hacerlos.
En mi caso depende de cada año. Cuando era chica era lo que más esperaba en el mundo me acuerdo de juntarnos todos en lo de mi abuela, que mis tíos nos entretuvieran a las 12 para poner los regalos abajo del pino enorme que había en el jardín. Me acuerdo de verlo a Papá Noel en las nubes, estar absolutamente segura de que había pasado. También me acuerdo un día de haber visto por la cerradura cuando mis tíos escondían los regalos, ahí no vi nunca más a Papá Noel en su trineo por las nubes.
Me acuerdo de mi abuelo haciendo el asado, de mis tías haciendo las ensaladas, de mi abuela retándonos porque le quemábamos las plantas con los huevitos de dragón, del Tío Nito y sus caramelos Media Hora.
Por cuestiones, que son muchas veces ajenas a nosotros, esas navidades ya no están más. Sin embargo no me quejo, Papá Noel pasa todos los años y estamos cerca de las personas que queremos, cosa que no quiere decir que muchas veces muera por volver a ese pino y encontrarme debajo de él con el camisón de Minnie que todavía guardo.
Esta Navidad va a ser un poco más difícil. Sin embargo ya volverán los pinos llenos de regalos, y en esta nueva versión, mamá será la abuela, papá el abuelo y yo la tía que haga las ensaladas.

jueves, 25 de noviembre de 2010

Cerrando el año

Se acercan las fiestas, y como todos los años, muchas personas usamos ese momento para hacer un balance personal.
Creo que es positivo hacerlo. Poner al descubierto los errores, resaltar los logros y plantearnos algunas metas. Es parte del crecer.
Mi año fue positivo, muy positivo. Aprendí muchísimas cosas, conocí gente, puse en marcha un proyecto que de a poco va tomando forma con mucho esfuerzo y me di cuenta de que crecer es muy difícil. Formar una pareja es muy difícil, tener una familia es muy difícil, ser profesional es muy difícil, mantener los principios es muy difícil.
Si bien la vida cuesta un huevo, tenemos muchos motivos por los cuales disfrutarla. Son los mismos motivos que hacen que vivir sea difícil.
A lo largo del año replantee varias cosas y esos cambios fueron buenos. Este fin de año también voy a ajustar algunas tuerquillas.
A parte de ajustar es necesario ponerse alguna que otra meta, para mantenerse motivado y, al ser una persona extremadamente curiosa, inquieta, activa, me propuse varias para el año que viene.
Un 2011 activo y, teniendo en cuenta que voy a cumplir 24, estoy ahorrando para las cremas antiage.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Cazar para sobrevivir

Las mujeres somos histéricas. La que dice no serlo, miente. Sin embargo los hombres también lo son y cada vez a mayor escala.
A veces nos pasamos de histéricas y se nos van las cosas de las manos.
Otras veces somos demasiado poco histéricas y los hombres se mal acostumbran. Querramos o no son hijos del rigor.
¿Cómo nos damos cuenta si somos lo equilibradamente histéricas?
La respuesta es simple, cuando no perdemos a cada hombre que se nos cruza en el camino a las 24 hs. de haberlo conocido.
Pese a tener títulos y posgrados en histeriquismo, las mujeres, (o por lo menos la mayoría) sabe como controlarlo. Cuando vemos que la presa se nos está escapando, inmediatamente pasamos del histeriquismo a la arrastrada permanente. Es un camino de ida. Del histeriquismo zafamos pero de la arrastrada permanente no se tiene retorno. Pasamos de ser cazadoras a presas fáciles.
Los hombres están aprendiendo a descifrar cada vez más y mejor los signos de histeriquismo y abusan de ello, convirtiéndose ellos también.
Saber combinar los ingredientes justos nos ayudan a que las recetas salgan a la perfección, y sino pregúntenle a Doña Petrona.

martes, 23 de noviembre de 2010

Terror a bordo

El domingo fuimos a ver Chicago con Cris. Nos fuimos con mis padres y hermanos que iban a ver Stomp a la misma hora. Nos dividimos en dos autos y emprendimos la caravana hacia “La Capital”.
Todos íbamos felices y riendo en el camino. Llegando a la villa 31 mi señor padre le dice a mi madre, y cito: “Elsita, pasame los otros anteojos que quiero ver de cerca el villorio”. Acatando la orden, mi madre le da los anteojos y él felizmente se saca los de sol y se pone los de ver de lejos.
Termina de hacer el cambio de anteojos y se arrima a la banquina, a lo que yo le digo, y cito: “No te acerques tanto porque nos pueden tirar cosas”.
El conductor, mi padre, se aleja de la banquina, acto seguido, en plena 31, la camioneta empieza a fallar. Parecía una joda.
Dada la situación, mi madre mira el tablero y le dice: “no tenemos nafta”, a lo que mi padre responde fervorosamente: “Falta de nafta no es, se prendió recién la luz testigo” (teniendo en cuenta que la luz testigo está del lado derecho, el cual no ve).
15 minutos después de ir a 10 cm. por hora con el vapor de nafta que quedaba, Cris, Manu y papá se ponen a empujar la camioneta hasta pasar la villa. Estábamos a mitad de camino. Mientras, mi hermano, en el otro auto, va a buscar una estación de servicio.
Papá transpiraba chorros, nunca lo vi tan nervioso. Cris y Manu no querían ni girar la cabeza, mamá y yo adentro de la camioneta le rezábamos a Satanás. Por suerte, parece que los domingos no trabajan y estaban todos entretenidos mirando un partido que se había armado entre el 4º y el 5º piso.
Logramos llegar a un lugar más seguro y esperamos el tan ansiado bidón de nafta. Mi hermano nos cuenta que la primera estación a la que acudió, paradójicamente, no tenía nafta, por lo que tuvo que salir a buscar otra.
Luego de toda la travesía llegamos al teatro 15 minutos antes de que empezara la función, impecable. Luego de las funciones, cuando nos encontramos para comer, papá confiesa que tuvo miedo y nosotros no pudimos dejar de gastarlo. El es el primero en preguntarte si tenés nafta y en hacerse el macho mecánico.
Si fuéramos gatos, en ese momento perdimos 6 de las 7 vidas.

viernes, 19 de noviembre de 2010

Como mono con navaja

Tengo manos de manteca, las manchas me siguen, los golpes me buscan solos.
Ayer estaba vestida cual princesa de Mónaco. Cuidé mi camisa blanca inmaculada todo el día. Llegó la noche, Cris me invitó un heladito y el chocolate amargo cayó justo en mi camisita. Faltaba una hora para llegar a casa y haber cumplido el record de no manchas en camisas blancas.
Una vez rompí 3 platos hondos cuando se me resbaló nose como la pila de platos. Desde ese día me querían hacer comer en tupper de plástico.
En casa cada vez que hay algo roto o se escucha ruido de algo que se cayó me miran a mi automáticamente y mamá grita “Celeste, ¿que rompiste?.
Los vasos volcados en la mesa también son mi culpa la mayoría de las veces, lo mismo que los repasadores quemados. Es algo que no puedo controlar. Cada vez que agarro algo de las hornallas con un repasador se me prende fuego. Pero fuego fuego, con llama, humo y todo.
Cada vez que Cris me dice “tratá de no tocarme ahí que tengo lastimado”, automáticamente se lo toco. Pasa una hora y vuelve a pasar y así todo el día.
Cuando era más chica estaba tallando algo sola con una gubia (a lo que mamá no me dejaba y si me dejaba era porque ella me supervisaba) y de repente se me resbala. La gubia sacó un pedazo de la madera y continuó con la palma de mi mano. Me hice un liiiindo tajito el cual oculté para que mamá no me re cague a pedos. Hubiera necesitado puntos.
Espero no me pasen esas cosas cuando tenga hijos porque van a correr mucho peligro al lado de su madre y me van a terminar sacando la tenencia.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

El juego del miedo

Una fobia es un trastorno de salud emocional que se caracteriza por un miedo intenso y desproporcionado ante objetos o situaciones concretas, según Wikipedia.
Una amiga le tiene fobia a las tortugas. Un animalito más tranquilo e inofensivo no hay, sin embargo para ella es lo peor que le puede pasar.
A otra le dan fobia las arañas, si miden más de 5 milímetros no se les acerca. Si bien a mi no me afectan, coincido en que algunas dan miedo y no son tan lindas.
En Discovery una vez vi una mujer que le tenía fobia a las mariposas. De solo escuchar la palabra se ponía a llorar. Lo mismo pasaba con un señor y los botones.
Debe ser horrible padecer algo de eso. Igualmente sea o no fobia, le hemos acercado a alguien más de una vez algún bicho para que se ponga a gritar y salga corriendo.
Buscando un poco más sobre el tema me informé sobre que la cura es sin medicamentos y el proceso de tratamiento se basa en enfrentar a la persona con el objeto o la situación que lo perturba.
Personalmente hay cosas que me dan realmente miedo, pero están lejos de ser fobia, por ejemplo, las tormentas con muchos truenos y relámpagos, la oscuridad, los sucesos paranormales, los extraterrestres, el fin del mundo y creo que alguno más debe haber por ahí.

martes, 16 de noviembre de 2010

Cerebros en fuga

Hay días en los que siento que mi cerebro va a dejar de funcionar. Hoy es uno de esos días.
Tener mil pendientes en la cabeza, pensar en 4 cosas a la vez, intentar hablar por teléfono mientras procesas un mail.
Miro mi escritorio y es una pila de papeles. Eso, en mi día, es caos, sino siempre tengo todo ordenadito cual ropero de vieja.
Lo peor de todo es que ¡es martes!, falta una eternidad para el viernes. Por suerte nuestra presidente declaró que el lunes es feriado, me enteré ayer y todavía no entiendo que conmemoramos.
Por el temita este del estrés, pensé en empezar a probar con los aceites esenciales que nos ofrece la aromaterapia. Dicen que son muy buenos. Son tan buenos como caros, pero si eso ayuda a darle un electroshock a mi cerebro, será bienvenido. Hay uno que es increíble, es anti-estrés, anti-ansiedad y relajante. ¿No será mucho?
Hay otros, para los más juguetones, que son afrodisíacos y para aumentar el líbido. ¡Llame ya!

lunes, 15 de noviembre de 2010

Como arena entre los dedos

La playa me pone literalmente “del orto”. No soporto la arena pegada en el cuerpo, adentro de la malla, en el pelo, en la comida y en cualquier otro rincón en la que pueda escabullirse.
Algo que nunca falta en los balnearios es “La lonita”. La lonita es un objeto que en la playa se vuelve tortuoso. Terminás de apoyarla en el piso y se vuela o se llena de arena. Todos intentan que quede en el piso, usan para ello ojotas, bolsos, etc. (que también están llenos de arena).
Lo que más me molesta es cuando llega el mediodía y decidís clavarte ese pebete de paleta sanguchera y queso. Es en el preciso momento en el que mordés, cuando sentís cientos de granitos de arena que se hacen trizas entre tus dientes. Es ahí cuando largo todo y me voy de ahí como sea.
Odio los nenitos que pasan corriendo y te tiran las ventolinas de arena en tu prolija mantita, odio los que se hacen milanesa. ¿Cuál es la gracias de llenar de arena todos los orificios de tu cuerpo?, odio los que juegan a la paleta y al tejo, odio a los que comen choclo.
Si hay algo que me pone fastidiosa en grado sumo es estar panza arriba toda la tarde sin hacer absolutamente nada. Puedo estar así como máximo 1 hora. Después de ese período de tiempo me pongo más fastidiosa que travesti con slip. Necesito hacer algo, y ese algo no es precisamente castillitos de arena.
Cuando llego a la casa, departamento o lo que fuera, lo primero que necesito es bañarme y sacarme el pegote arenil del cuerpo, la sal del agua, las aguavivas, el yodo y el mal humor.
A mi déjenme con las sierras, la montaña o con el Family en casa.

jueves, 11 de noviembre de 2010

¿Por qué nadie me avisó?

Me ha pasado de estar comiendo con alguien y ver que tenía un pedazo de algo verde entre sus dientes. No puedo decírselo, es más fuerte que yo. Me da cosita de que se avergüence. Pero por otro lado es de guacha no decirlo porque el pobre tipo está de lo más feliz hablando con un pedazo de comida entre sus blancos dientes.
Me ha pasado de ver también minas con las que podías jugar al Rin Raje toda la tarde gracias a sus timbres. ¡¡¡Ponete una curita si vas a andar sin corpiño por la vida!!! A los hombres los pondrá cachondos, pero yo no tengo por que verte.
Pasa lo mismo con bigotes de jugo, chorreadas de tuco, pelos largos en narices, mocos, cera de oreja y muchas otras cosas desagradables más.
Otra vez me pasó de ver salir una chica del baño de una estación de servicio con la pollera enganchada en la bombacha. Caminó como una cuadra así hasta que la amiga se dio cuenta. Yo la veía pasar pero no me animé a decirle nada. ¡¡Pobre!!
El problema de esas cosas es que una vez que lo viste, no podés sacarle vista de encima. Tratás de no mirar pero es imposible.
Si sos la víctima lo peor es que si nadie te avisa vos ni te enterás y podes estar dos horas así hasta que vas al baño y te mirás al espejo y pensás “¿por qué nadie me aviso?”.

martes, 9 de noviembre de 2010

Lo atamos con alambre

Si hay algo que nos caracteriza como argentinos es atar todo con alambres. Hoy, mientras esperamos que el vidriero se digne a venir, 3 de los chicos pusieron sobre una cúpula de vidrio bolsas de residuo para tapar la claridad. Quedó realmente villero pero cumple su función, tapar la claridad provisoriamente.
Se incluyen dentro de esta categoría inventos caseros que suplantan al elemento original. Por ejemplo un palillo con algodón suplantando al hisopo para limpiarme las cutículas cuando me pinto las uñas.
Otro de mis inventos de cabecera son las curitas hechas con algodón y cinta scotch cuando un zapato me lastima.
He pegado el cable roto del cargador del celular con la pistolita para que haga contacto, ahora anda como loco. He tapado manchas de ropa con marcadores y hasta tapado rayaduras con esmalte de uñas.
Cuando era un poco más joven e intrépida cortaba medias can can para usarlas de camiseta para salir los fines de semana y no llevar abrigo (de más está decir que el frío lo chupaba igual pero era más joven y resistente).
Lo último que hice fue limarme el arreglo de una muela con una fresita de la agujereadota de mamá. En dos patadas la muela no me molestó más y sin necesidad de ir al dentista.
Soluciones caseras para problemas cotidianos.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Normalmente normal

¿Qué es ser normal?
El parámetro de normalidad se ajusta según el país en el que te encuentres, la cultura que desarrolles, la religión que practiques y hasta en el mismo barrio en el que vivas.
Para nosotros es normal comernos un churrasco y en la India lo normal es no hacerlo.
Para los afganos es normal enterrar a una mujer hasta el cuello y apedrearla y para nosotros más que normal es atroz.
La normalidad se ajusta a las normas sociales que cada país, cultura y religión adoptan. Esas mismas normas son elogiadas cuando se acatan y castigadas cuando se rompen. Estas ordenan nuestra vida y necesitamos que así sea.
Todo puede ser normal dependiendo en qué contexto se encuentre.
Soy absolutamente normal escuchando cumbia y comiendo un helado bajo el sol.
Para algunos es normal decir colorado y para otros decir rojo. Son dos opciones y ninguna es mejor o peor que la otra, simplemente son diferentes.

¿Qué es normal y qué no para vos?

viernes, 5 de noviembre de 2010

La Sócrates del 2010

Un comentario de la publicación de ayer (mejor dicho EL comentario) me hizo acordar de un tema que más que tema es una incógnita milenaria.
Las mujeres pensamos absolutamente todo el tiempo.
Pase lo que pase las mujeres pensamos. ¿En qué? En lo que se pueda en ese momento. En si lloverá, si la novia de mi ex está buena, si estoy despeinada, cómo hago para que ese chico me mire, si como crema rompo la dieta, si camino 10 cuadras me puedo clavar un alfajor. Pensamientos que prácticamente cambian la vida de una persona.
Pensar todo el tiempo es algo que nos diferencia rotundamente de los hombres. Ellos pueden estar tranquilos mirando el techo pensando en “nada”. Nosotras cuando pensamos en “nada” claramente es que pensamos en algo y si decimos “nada” es todo. Es algo inevitable para nosotras.
Creo que más de una, me incluyo en la bolsa, deseamos dejar de pensar y hacer que las cosas fluyan naturalmente aunque sea una vez.
Cuando nos bañamos pensamos, cuando caminamos pensamos, cuando viajamos pensamos, cuando comemos pensamos.
Me gustaría que haya un día en que no piense en algo, para ver qué se siente nomás.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Somatizando

Cuando estoy nerviosa empiezo a comerme las pielcitas de los dedos hasta terminar con mis uñas perfectamente limadas y cuidadas.
Cuando estoy cansada o con mucho sueño me pongo bastante fastidiosa mientras me toco la oreja.
Cuando estoy angustiada o mal por algo necesito que algo dulce llene mis papilas gustativas.
Si estoy contenta canto.
Si estoy triste lloro.
Si estoy ansiosa me duele la panza hasta tener ganas de vomitar.
Todos reaccionamos diferente ante nuestros estados de ánimo.
Entre ayer y hoy pasé por todos, con lo cual lloré, me quedé sin uñas, me comí un cuarto de helado y ahora me duele la panza.
Espero se pase rápido.

martes, 2 de noviembre de 2010

Revolución Femenina

Para ser mujer hay que sufrir. Creo que se fue el mandamiento nº11.
¿Hay necesidad?, claramente no. Pero nos metieron en la cabeza desde chicas que tenemos que estar depiladas, arregladas, bien peinadas, con el lomo de Valeria Mazza, tenemos que tener hijos, cuidarlos, tener marido, mantenerlo feliz, hacer la comida, planchar, baldear la vereda, charlas con la vecina, ponernos ruleros y tener con todo esto cara de feliz cumpleaños.
Por suerte y gracias a Perón, hoy día las cosas cambiaron un poco, los ruleros ya no se usan más. La planchita nos simplificó la vida, tengo casi casi lista la depilación definitiva y el Reduce Fast Fat está siempre disponible en Sprayette. Lo de tener hijos ya es relativo y por lo de hacer la comida no me preocupo porque mi papá tiene rosticería. Por la cara de feliz cumpleaños no me hago problema, en un para de añitos me pago el lifting y quedo mejor que los dientes de Luli Salazar. Igualmente nos quedan algunas cositas por solucionar pero supongo que la generación que viene se encargará. Por lo pronto estoy haciendo lo posible para que Cris me pida casamiento, a ver si todavía termino siendo la tía solterona y bigotuda de la familia.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Carpintería del corazón

¿Un clavo saca a otro clavo? Dudas existenciales si las hay.
A lo largo de mi corta vida amorosa me he enfrentado a diferentes clavos, algunos más clavados que otros.
Tuve diferentes autorespuestas a esta pregunta, todas opuestas y adaptadas al momento que estaba pasando.
Hoy, ya con 5 años de noviazgo, creo que los clavos se quedan para siempre y a medida que va pasando el tiempo se van oxidando hasta que se desintegran. Mi clavo de hoy es Cris, al cual lo llené de antioxidante.
¿Puede un clavo oxidado y hasta casi desintegrado volver a clavarse? Pienso que si, pero las marcas que dejó antes no se borran.