lunes, 31 de enero de 2011

Volver con la frente marchita

Volver a la rutina después de 15 días de vacaciones es, literalmente, la muerte. Una semana en La Cumbrecita, Córdoba me hizo olvidar 23 años en Buenos Aires.
Las calles son lindas, las vistas hermosas, la gente es diferente, el aire es vacacional.
Hicimos todas las excursiones y caminatas que nos dio el aire. Llegué a varias con un pulmotor bajo el brazo, pero valió la pena cada bocanada de aire perdido.
En todos los recorridos sufrí algún golpe. Uno de los más divertidos fue cuando en la cabalgata decidimos hacer una parte complicada caminando. El recorrido era todo en subida o bajada por senderos de piedras, donde se caían varias piedras al pisar alguna medio floja. Yo, la jinete sin cabeza, me incliné hacia delante para bajarme y tras un movimiento del cuello de mi maldito caballo “Falucho”, perdí el equilibrio y me fui de cabeza al piso. Quedé entre medio de dos caballos esperando algún pisotón. Tras la caída me encuentro riéndome, golpeada hasta las bolas y con mi hermano preguntándome cada un segundo, súper preocupado, si estaba bien. Facundo se preocupó porque caí a centímetros del borde del sendero donde había un precipicio bastante lindo. Luego del show, en el que se rió hasta el guía, quedé con las rodillas raspadas y llenas de moretones. ¿Valió la pena? Cada segundo.
En otra oportunidad iba caminando sobre las piedras del lecho del río mojada y en ojotas (error). Quise subir una piedra, se me fue el pie y quedé desparramada cual foca en la arena. Rota, dolorida y raspada nuevamente.
Destino recomendable 100%. Lleno de lugares para recorrer y con la comodidad de la cabaña que te espera limpia, con las camas hechas y un baño como la gente con agua caliente para bañarse.
Volveremos el año que viene en mejor estado y sin tacos en la valija.

1 comentario:

  1. Con vos el turismo, más que una actividad recreacional, es un deporte de alto riesgo...

    ResponderEliminar