miércoles, 30 de mayo de 2012

Fotogénicamente incompatible

Nunca tuve una buena relación con la fotografía. De chica Papá Noel (o Papá Fer como le decimos en la familia), me regaló una o dos cámaras, al pedo, porque absolutamente todas las fotos que sacaba, pensando que hacía obras de arte, salían horribles. Cabezas cortadas, alambrados, reflejos eran cotidianos en mi y, en esa época, no se podían borrar. En el momento de buscarlas en la casa de fotos, mis padres se daban cuenta del error que habían cometido. En fin, ya no insisto con la fotografía pero nuestra relación es muy tensa. Ver una foto tuya en alguna red social es de temer, por lo menos para mí que siempre salgo con caras no del todo favorables, gracias a mi relación de amor odio con las cámaras. Uno selecciona meticulosamente qué fotos publicar, para que venga alguien súper feliz y contento a destruir toda esa construcción que tanto tiempo nos llevó. Se de algunas personas que retocan las fotos antes de subirlas. Lamentablemente mis dotes con el photoshop no son extraordinarios, sino lo pensaría. Un cursito acelerado no me vendría nada mal. Es instantáneo, el flash me transforma, o eso es de lo que intento auto convencerme. Ojos semicerrados, flequillo descontrolado, pelo revuelto, cachetes colorados, pintura corrida, son algunos de los defectos más comunes. Hay gente que es súper fotogénica y sale bien aunque esté arriba del Titanic en pleno hundimiento. ¿Por qué la vida es tan injusta? No lo sé, pero mientras lo descubro eviten el etiquetado en Facebook.

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